por Miguel Horacio | Dic 2, 2015 | Oración, Poder de Dios, Reino de Dios
Hace poco estuve en Estados Unindos, específicamente en Miami Florida. Estuve impartiendo un taller de oración por enfermos. El taller fue maravilloso. El Señor sanó y activó la fe para orar por los enfermos de muchos. PERO para mi lo más impactante ocurrió camino al aeropuerto.
Las personas que me llevaban al aeropuerto, mis amigos Rafael y Patty, me pidieron detenernos a orar por una persona que por su mala condición física no se pudo trasladar al taller de oración. Gracias a Dios que accedí. Nos desviamos y fuimos a Coral Gables a un antiguo pero precioso edificio de apartamentos.
Cuando subimos al apartamento y nos abrieron la puerta. Vimos a la persona sentada en una silla de ruedas en medio de la sala. Nos presentamos, nos acercamos, le preguntamos su nombre. Nos dijo se llama Maritza. Estaban con ella una hermana consagrada y su esposo.
Le pregunto “¿Qué tiene?”. Ella responde que le han hecho varias operaciones en la columna vertebral, que tiene metales en la espalda, puestos para ayudarle pero que el dolor no la deja ni pensar, mucho menos caminar. Le pregunto del 1 al 10 cuanto dolor tiene. Siendo 10 mayor y 1 menor. Dijo tener un 7 de dolor.
Le pido que si puede ponerse un poco adelante para tocar su espalda. Le pregunto si me permite tocarla. (En el Ministerio que pertenezco siempre pedimos permiso antes de tocar a alguien). Ella dice que la puedo tocar. Los demás se acercan, la rodeamos y comenzamos a orar. Pedimos al Espíritu Santo manifestar Su Poder y le ordenamos en el Nombre de Jesús a los huesos, metales, nervios tomar su justo lugar y que todo fuese restaurado.
La mano derecha de Maritza comienza a temblar. Le pregunto si ella está moviendo su mano. Ella dice con su cabeza que no. Lágrimas comienzan a correr por sus mejillas. Le pregunto “¿Y el dolor cómo está? Habías dicho 7 ¿Y ahora?” Dice que ahora tenía como un 4 de dolor. Había disminuido 3 puntos de dolor. ¡Gloria a Dios!
Seguímos dando órdenes de fe a los huesos de la columna, a los nervios y al dolor que desapareciera de su espalda. Le ordenamos a las piernas restaurarse en el Nombre poderoso de Jesús. Oramos en lenguas. Pregunto “¿Dime del dolor?” Ella dice que sigue igual en cuatro puntos. Me extraño de que no obedecieran a Jesús. He aprendido que cuando los músculos, huesos, dolor no ceden puede haber algo que les esté dando la fuerza para no obedecer. Internamente pregunto al Señor: “¿Qué hago?”
Siento en mi corazón la palabra RENCOR. Le pregunto a Maritza: “Te hace sentido la palabra rencor? ¿Alguien te tiene rencor o tu le tienes rencor a alguien?” Ella con lágrimas en sus ojos dice que sí con su cabeza. Le digo: “Para que Dios siga actuando debes soltar el rencor y perdonar o pedir perdón ¿Qué decides” Ella dice que PERDONAR.
Volví a ordenar a los huesos, músculos, nervios, metales restaurarse en el Nombre de Jesús. Oramos otro ratito en lenguas y pregunto de nuevo: ¿Cómo está el dolor? Ella responde: “NO SIENTO DOLOR”. Dije: “¡Gloria al Rey Jesús!” En ese momento vi la hora y recuerdo que tenemos que partir. Perder un vuelo es muy caro. Cerramos el momento de oración. Amén.
Nos despedimos y nos vamos acercando a la puerta y Maritza dice: “Se van tan pronto”. Y hace el gesto de que se va a poner de pie. Me sorprendo y le digo: “¿Y usted se quiere poner de pie?” Ella se sonríe y sin esperar su respuesta le digo: “Pongase de pie en el Nombre de Jesús”. Y Ella se levanta de la silla de ruedas y como una niña que está aprendiendo a caminar da pasitos hasta donde estábamos. Ella con alegría en su rostro y lágrimas por sus mejillas declaró en voz alta: “¡El Señor está aquí!”
Como negar la Presencia de Dios en medio nuestro cuando ocurren estás cosas. Para ella era obvio que Dios estaba cerca. Esto hace falta en nuestras vidas, parroquias y grupos de oración. Gente que se siente lejos de Dios aún estando en la Iglesia no porque Dios esté lejos sino porque no nos lánzamos, ni nos arriesgamos ni nos desviamos ‘nuestra ruta de comodidad’ para dejar a Dios actuar.
Termino declarando lo mismo que Maritza: “¡El Señor está aquí!” y le agrego DEJÉMOSLE ACTUAR.
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por Miguel Horacio | Nov 18, 2015 | Frases, Protección
Tomar la actitud de ‘víctima’ o de tenerte ‘lástima a ti mismo’. Esa actitud nunca atrae cosas buenas, mucho menos la simpatía de los demás, pues esto generalmente aleja a las personas que nos rodean pero atrae a espíritus malos de todo tipo. Por ello esto es el peor plan.
Si estás pasando por un momento difícil, haz lo siguiente:
1. Encuentra por lo menos 4 citas bíblicas que te inspiren o te inyecten fe y esperanza. Memoriza esas citas bíblicas. Escríbelas en el espejo y repítelas a viva voz. Así cómo quizás haz hablado con otras personas sobre lo mal que estás ahora, háblate a ti misma o convéncete con la Palabra de Dios de lo que Él dice.
2. Encuentra personas felices y júntate con ellas. Cuando estes con ellas trata de no hablar mucho. Escucha. Aprende de ellos.
3. Encuentra algo sobre lo cual estás agradecido y piénsalo hasta que el pensar en ello te meta en una nueva etapa de agradecimiento por la vida. Los espíritus malos no soportan a las personas agradecidas y huyen.
4. Encuentra a alguien que esté sufriendo más que tu y sírvele en Nombre de Jesús. Ayúdala y ora por ella frente a frente. Dale la oportunidad al Espíritu Santo para ser una bendición para otros aunque estés pasando por un momento difícil. El agua poderosa del Espíritu Santo cuando le dejas fluir se lleva todo lo malo.
Espero este sencillo artículo te ayude a ti o envíalo a alguien cercano a ti. Recuerda que puedes dejar tu comentario aquí abajo. ¡Ánimo!
por Miguel Horacio | Ago 10, 2015 | Entrevista, Oración, Poder de Dios, Reino de Dios, video
Este video es el 3er episodio de la 2da temporada del programa digital ‘Sobre la Ola’, en el cual Irwin, Elena y yo (Miguel Horacio) hablamos sobre Imponer las manos sobre los enfermos. Otros temas que conversamos aquí es cuál fe es la que realmente sana, bloqueos a ser sanado, al final ponemos el testimonio de Verónica, quien sin tímpano ahora escucha bien, etc…
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por Miguel Horacio | Jun 20, 2015 | Bautismo en el Espíritu Santo, Oración, Poder de Dios
Cada vez más me convenzo de que las creencias que algunas personas guardan en su mente y/o espiritualidad son la razón principal para estar estancados en sus procesos de crecimiento de discipulado.
Hace poco tiempo una persona me preguntaba: ¿Puedo orar por los demás aunque no tenga el carisma de sanación? ¿Puedo orar por otros si no soy parte del equipo o ministerio que se dedica a visitar enfermos? Mi respuesta es un rotundo sí. Sí puedes y debes de orar por otros aunque no tengas un carisma especial de sanación. Sí puedes orar por otros y principalmente por tus familiares y amigos aunque no pertenezcas a un equipo de superdotados o superformados en el ministerio superespecialoide de orar por enfermos.
la voluntad de Jesús con sus discípulos nunca fue la de crear un ‘club exclusivo’ de personas que oran por los que sufren. Vemos como en los Evangelios Jesús es el modelo de ser humano que ora por los que sufren y luego, autoriza, empodera, envía a sus discípulos a hacer lo mismo.
Tu tienes el permiso de Dios de orar por los demás.
Podría poner aquí todo un listado de citas bíblicas en las cuales podemos notar como Jesús enviaba a sus discípulos a sanar y a liberar en Su Nombre. Si estudiamos historia de la Iglesia veremos como esto se obedeció al pie de la letra al inicio de la Iglesia y por alguna o varias razones se fue perdiendo en el camino. Pero el hecho de que se haya perdido no es que Dios lo haya querido perder, Dios siempre quiere lo que dice Su Palabra. Dios quiere sanar y liberar, por ello nos envía a hacerlo.
Vemos como esto comenzó aún antes de Pentecostés. (Fiesta que acabamos de celebrar en la Iglesia). Día en el cual se derrama con Poder el Espíritu Santo y sus carismas. Pero los discípulos ya habían orado por enfermos y/o endemoniados antes de Pentecostés, por ello me queda claro que esto de orar por los demás no es un carisma especial donado por el Espíritu. Más bien es una pre-condición que tiene todo discípulo autorizado por Jesús y que se multiplica y crece con el bautismo en el Espíritu Santo.
Es decir, los discípulos ya habían visto sanaciones y/o liberaciones, antes de recibir carismas en el Bautismo del Espíritu Santo. Yo creo que la sanación y liberación a través de los discípulos es más fruto de la obediencia a las Palabras de Jesús que a la apertura a los carismas.
Es por ello que vemos en la Iglesia un sin número de carismáticos que creen que Dios sana, pero no creen que Dios sana a través de ellos, cuando oran por los que sufren. Y muchos a pesar de que creen en la sanación que Dios puede hacer, pero como no creen que esta sanación Dios la puede brindar a través de ellos nunca oran por los sufrientes a su al rededor más bien están esperando que venga algún ‘creyente considerado especial’ por sus carismas o formación y que sea esta persona quien ore.
Muchos creen que Dios sana, pocos creen que Dios sana a través de ellos.
Lejos está esto de lo que dijo Jesús: “Y estas señales acompañarán a los que creen: En mi nombre…impondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán”. (Mc 16,17-18). No dice que esto será de algunos especiales carismáticos, no dice que será de algunos super-formados, no dice que esto acompañará a algunos exclusivos.
¡Atrévete y verás que Jesús cumple lo que promete!
por Miguel Horacio | May 22, 2015 | Bautismo en el Espíritu Santo, Oración, Poder de Dios, Reino de Dios
¿Sabías que el miedo y el Espíritu Santo son archi-enemigos?
“Y yo enviaré sobre ustedes lo que mi Padre prometió (El Espíritu Santo). Pero ustedes quédense aquí (en Jerusalem) hasta que reciban el Poder que viene del Cielo.” (Lc 24,49)
El Espíritu Santo es una persona poderosa y Su Presencia en nosotros nos empodera. Es decir nos da Poder en Su Nombre. El miedo logra todo lo contrario, nos hace sentir sin fuerzas.
El miedo nos convierte en analistas con ‘lentes oscuros’ y hace que veamos todo ‘ensombrecido’.
“Donde hay amor no hay miedo, al contrario el amor perfecto echa fuera al miedo…” (1 Jn 4,18). PERO… En mi opinión, Jesús dijo algo superior a Juan, pues para echar al miedo ya se supone que ha entrado. Jesús le dijo a los discípulos ‘cómo no dejar entrar al miedo’.
Les dijo que no se apartaran de Jerusalem hasta que recibieran el Poder del Cielo. Para Jesús el Espíritu Santo es Poder. No cualquier Poder. Es el Poder del Cielo. Les dijo algo como: “No se muevan hasta recibir el Poder del Cielo, en la Persona del Espíritu Santo”.
Jesús en otras palabras les está diciendo a los discípulos de aquel entonces y a los discípulos de ahora: “Si huyen de Jerusalem, el miedo va a entrar en sus vidas. Quédense ahí, enfrenten sus problemas y confíen en mis palabras. Yo les enviaré quien les defienda. PERO…este Defensor actuará en y a través de ustedes. ¡Espérenlo y no huyan! ¡Espérenlo y oren! ¡Espérenlo y abránse a Él! Cuando Él venga recibirán Poder y saldrán a sanar, a liberar en mi Nombre. Así serán mis testigos”.
Sólo quien se cierra al miedo, se abre al Espíritu Santo.
De esta forma los primeros discípulos se abrieron al Espíritu Santo y recibieron ‘su’ Pentecostés.
Daré a continuación algunos pasos que, para mi están como escondidos en este pasaje bíblico (si los sigues recibirás un nuevo pentecostés):
1. No huyas a nada.
En aquel momento lo más lógico para ellos era huir de Jerusalem. PERO…huir es una sugerencia del espíritu de miedo. Jesús sugiere quedarse. ¡Quédate! ¡Enfrenta tus miedos!
2. Obedece aunque no entiendas.
Ellos obedecieron las palabras de Dios aunque no las entendían. La fe no es lógica. Creerle es obedecerle y obedecerle es creerle. ¿Quieres más de Dios? ¡Pues obedécele más!
3. Ora y espera la intervención del Espíritu Santo.
“Fe es la certeza de lo que se espera” (Heb 11,1). Ora esperando. Ora imaginando. Ora viendo a Dios en el Jerusalem del que querías huir. Míralo transformando ‘tu’ Jerusalem con Su Presencia Poderosa.
4. Muévete o Quítate.
Pentecostés comenzó en una habitación y terminó en la calle. Antes del derramamiento del Espíritu Santo hay que quedarse quieto, PERO después del derramamiento hay que moverse…y quien no se mueve, mejor que se quite para que no estorbe.
La garantía de que fuiste bautizado en el Espíritu es salir a arriesgarte en Su Nombre.
Arriesgarse a orar por los enfermos.
Arriesgarse a profetizar sobre barrios, familias y ciudades.
Sin moverte, sin que las comunidades se muevan, sin ‘salidas riesgosas’ no hay Pentecostés verdadero. Para que se active algo nuevo hay que, como dice el Papa Francisco: “Tocar la carne sufriente del hermano”.
Espero que en este Pentecostés: Te quedes, ores y luego te arriésgues.
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