Una de las intervenciones de Dios que más me impactó este fin de semana pasado fue lo que ocurrió en Don Adriano. Un hombre quien sufrió un accidente en su trabajo de construcción. (Estuve en Valle de Bravo, México. Invitado por el equipo de Renovación Carismática de aquella localidad) Don Adriano agarró, sin saber que la energía eléctrica estaba activada, un cable de alta tensión. Lo cual provocó que el recibiera una descarga de alto voltaje que le lanzó con fuerza al suelo, esto desde una altura de 6 metros. Cayó de espalda.
Ya te puedes imaginar. El nos contó que al abrir los ojos, después del desmayo al recibir un alto voltaje y una caída tan traumática, lo primero que dijo fue: “¡Gracias Señor! Estoy vivo”. Pero al inicio no sentía las piernas ni las manos. Vio un paramédico que le decía que no se moviera. Lo llevaron rápidamente al hospital en una ambulancia y los médicos hicieron muy buen trabajo. Como muestra de ello es que Don Adriano sigue vivo y caminando, pero con mucho dolor.
Esto ocurrió en Mayo de este año. Duró un mes en cama del hospital recuperándose y recibiendo terapia. Pero el nos contó que el dolor no se le quitaba. Tenía siempre dolor en su espalda y dolor en la mano con la que agarró el alambre de alta tensión (que dicho sea de paso, esa mano se le veía de color morado por la descarga eléctrica que recibió). No tuvo fracturas, sólo el daño causado por la descarga y el golpe. La secuela de esto era el dolor.
Cuando Carlos, mi amigo y hermano de comunidad, que me acompañaba y yo le entrevistamos para orar con él, le preguntamos del uno al diez ¿Cuánto le duele? Siendo diez mayor y uno menor. El nos respondió que le dolía un cinco. Le preguntamos si podíamos tocar su espalda para orar por él. Nos respondió positivamente.
Le tocamos y dimos lo que llamamos ‘órdenes de fe’. Una orden de fe es un mandato hecho en el Nombre de Jesús. No es una orden a Dios sino desde Dios.
Se pueden dar órdenes a los virus para que se vayan, al cáncer para que se anule o al dolor para que desaparezca. Esto último fue lo que hicimos: “En el Nombre de Jesús le ordenamos al dolor irse del cuerpo de Adriano. Le ordenamos a los músculos, nervios y huesos colaborar con el Espíritu Santo y restablecerse”. Luego de un minuto de oración le preguntamos a Adriano como se sentía. Nos respondió que el dolor había disminuido de un cinco a un uno. ¡Gloria a Dios! Esto era signo de que estaba funcionando.
Una orden de fe no es una orden a Dios, sino una orden desde el Poder de Dios.
Seguimos dándole ordenes al dolor, siempre en el Nombre Poderoso de Jesús. Esto un ratico más. “¿Ahora cómo se siente?” Le preguntamos. Nos dice que ya no tiene nada de dolor de espalda. Se le fue todo el dolor. Dijo: “Sólo me queda dolor en la mano”. Le dije déme su mano, póngala sobre la mía: “En el Nombre de Jesús le ordeno a esta mano obedecer al Poder de Dios en Adriano. Vete. Déjalo.” Adriano con cara de asombro nos dijo que ya no tenía dolor ni en su mano ni en su espalda.
Le dije: “En el Nombre de Jesús póngase de pie”. Se levantó sin dolor. Deberían ver la cara que yo vi en Adriano. Una mezcla de asombro, agradecimiento a Dios y esperanza. Inmediatamente, sin necesidad de que ningún animador de asamblea o ministerio de música le animara, levantó sus brazos y comenzó a alabar a Dios. Dándole gracias por que ahora estaba libre del dolor. El hijo de Adriano, quien le había ayudado a llegar hasta nosotros, por la dificultad de Adriano en caminar estaba allí, llorando pero de alegría. Viendo que Dios es más poderoso que el dolor y siendo testigo de como con simples ordenes de fe Dios actúa.
Luego nos trajeron otras personas para que oráramos por ellas, pero no pude dejar de ver, por la esquina de mi ojo, que Don Adriano fue a la capilla y se arrodilló el solo, sin ayuda, a seguir dando gracias a Dios. ¡La victoria sobre el dolor, el miedo y la enfermedad es de Nuestro Señor Jesús! ¡Amén!
¿Tu que opinas? Pon tu comentario acá abajo. ¿Por qué no das ordenes de fe a los virus, dolores o enfermedades que atacan a tu familia? ¿Qué esperas?
También, si quieres puedes compartir este testimonio con tus familiares y amigos, envíaselo. Verás el Poder que tiene compartir con otros las maravillas de Dios.
Cada vez más me convenzo de que las creencias que algunas personas guardan en su mente y/o espiritualidad son la razón principal para estar estancados en sus procesos de crecimiento de discipulado.
Hace poco tiempo una persona me preguntaba: ¿Puedo orar por los demás aunque no tenga el carisma de sanación? ¿Puedo orar por otros si no soy parte del equipo o ministerio que se dedica a visitar enfermos? Mi respuesta es un rotundo sí. Sí puedes y debes de orar por otros aunque no tengas un carisma especial de sanación. Sí puedes orar por otros y principalmente por tus familiares y amigos aunque no pertenezcas a un equipo de superdotados o superformados en el ministerio superespecialoide de orar por enfermos.
la voluntad de Jesús con sus discípulos nunca fue la de crear un ‘club exclusivo’ de personas que oran por los que sufren. Vemos como en los Evangelios Jesús es el modelo de ser humano que ora por los que sufren y luego, autoriza, empodera, envía a sus discípulos a hacer lo mismo.
Tu tienes el permiso de Dios de orar por los demás.
Podría poner aquí todo un listado de citas bíblicas en las cuales podemos notar como Jesús enviaba a sus discípulos a sanar y a liberar en Su Nombre. Si estudiamos historia de la Iglesia veremos como esto se obedeció al pie de la letra al inicio de la Iglesia y por alguna o varias razones se fue perdiendo en el camino. Pero el hecho de que se haya perdido no es que Dios lo haya querido perder, Dios siempre quiere lo que dice Su Palabra. Dios quiere sanar y liberar, por ello nos envía a hacerlo.
Vemos como esto comenzó aún antes de Pentecostés. (Fiesta que acabamos de celebrar en la Iglesia). Día en el cual se derrama con Poder el Espíritu Santo y sus carismas. Pero los discípulos ya habían orado por enfermos y/o endemoniados antes de Pentecostés, por ello me queda claro que esto de orar por los demás no es un carisma especial donado por el Espíritu. Más bien es una pre-condición que tiene todo discípulo autorizado por Jesús y que se multiplica y crece con el bautismo en el Espíritu Santo.
Es decir, los discípulos ya habían visto sanaciones y/o liberaciones, antes de recibir carismas en el Bautismo del Espíritu Santo. Yo creo que la sanación y liberación a través de los discípulos es más fruto de la obediencia a las Palabras de Jesús que a la apertura a los carismas.
Es por ello que vemos en la Iglesia un sin número de carismáticos que creen que Dios sana, pero no creen que Dios sana a través de ellos, cuando oran por los que sufren. Y muchos a pesar de que creen en la sanación que Dios puede hacer, pero como no creen que esta sanación Dios la puede brindar a través de ellos nunca oran por los sufrientes a su al rededor más bien están esperando que venga algún ‘creyente considerado especial’ por sus carismas o formación y que sea esta persona quien ore.
Muchos creen que Dios sana, pocos creen que Dios sana a través de ellos.
Lejos está esto de lo que dijo Jesús: “Y estas señales acompañarán a los que creen: En mi nombre…impondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán”. (Mc 16,17-18). No dice que esto será de algunos especiales carismáticos, no dice que será de algunos super-formados, no dice que esto acompañará a algunos exclusivos.
¡Atrévete y verás que Jesús cumple lo que promete!
¿Sabías que el miedo y el Espíritu Santo son archi-enemigos?
“Y yo enviaré sobre ustedes lo que mi Padre prometió (El Espíritu Santo). Pero ustedes quédense aquí (en Jerusalem) hasta que reciban el Poder que viene del Cielo.” (Lc 24,49)
El Espíritu Santo es una persona poderosa y Su Presencia en nosotros nos empodera. Es decir nos da Poder en Su Nombre. El miedo logra todo lo contrario, nos hace sentir sin fuerzas.
El miedo nos convierte en analistas con ‘lentes oscuros’ y hace que veamos todo ‘ensombrecido’.
“Donde hay amor no hay miedo, al contrario el amor perfecto echa fuera al miedo…” (1 Jn 4,18). PERO… En mi opinión, Jesús dijo algo superior a Juan, pues para echar al miedo ya se supone que ha entrado. Jesús le dijo a los discípulos ‘cómo no dejar entrar al miedo’.
Les dijo que no se apartaran de Jerusalem hasta que recibieran el Poder del Cielo. Para Jesús el Espíritu Santo es Poder. No cualquier Poder. Es el Poder del Cielo. Les dijo algo como: “No se muevan hasta recibir el Poder del Cielo, en la Persona del Espíritu Santo”.
Jesús en otras palabras les está diciendo a los discípulos de aquel entonces y a los discípulos de ahora: “Si huyen de Jerusalem, el miedo va a entrar en sus vidas. Quédense ahí, enfrenten sus problemas y confíen en mis palabras. Yo les enviaré quien les defienda. PERO…este Defensor actuará en y a través de ustedes. ¡Espérenlo y no huyan! ¡Espérenlo y oren! ¡Espérenlo y abránse a Él! Cuando Él venga recibirán Poder y saldrán a sanar, a liberar en mi Nombre. Así serán mis testigos”.
Sólo quien se cierra al miedo, se abre al Espíritu Santo.
De esta forma los primeros discípulos se abrieron al Espíritu Santo y recibieron ‘su’ Pentecostés.
Daré a continuación algunos pasos que, para mi están como escondidos en este pasaje bíblico (si los sigues recibirás un nuevo pentecostés):
1. No huyas a nada.
En aquel momento lo más lógico para ellos era huir de Jerusalem. PERO…huir es una sugerencia del espíritu de miedo. Jesús sugiere quedarse. ¡Quédate! ¡Enfrenta tus miedos!
2. Obedece aunque no entiendas.
Ellos obedecieron las palabras de Dios aunque no las entendían. La fe no es lógica. Creerle es obedecerle y obedecerle es creerle. ¿Quieres más de Dios? ¡Pues obedécele más!
3. Ora y espera la intervención del Espíritu Santo.
“Fe es la certeza de lo que se espera” (Heb 11,1). Ora esperando. Ora imaginando. Ora viendo a Dios en el Jerusalem del que querías huir. Míralo transformando ‘tu’ Jerusalem con Su Presencia Poderosa.
4. Muévete o Quítate.
Pentecostés comenzó en una habitación y terminó en la calle. Antes del derramamiento del Espíritu Santo hay que quedarse quieto, PERO después del derramamiento hay que moverse…y quien no se mueve, mejor que se quite para que no estorbe.
La garantía de que fuiste bautizado en el Espíritu es salir a arriesgarte en Su Nombre.
Arriesgarse a orar por los enfermos.
Arriesgarse a profetizar sobre barrios, familias y ciudades.
Sin moverte, sin que las comunidades se muevan, sin ‘salidas riesgosas’ no hay Pentecostés verdadero. Para que se active algo nuevo hay que, como dice el Papa Francisco: “Tocar la carne sufriente del hermano”.
Espero que en este Pentecostés: Te quedes, ores y luego te arriésgues.
Si quieres deja tu comentario o compártelo con quien creas que necesite o le ayude leer esto.
Este video es el 2do episodio de la 2da temporada del programa digital ‘Sobre la Ola’, en el cual Irwin, Elena y yo (Miguel Horacio) hablamos sobre si es necesario ser ‘renovado’ o ‘carismático’ para recibir carismas. Otros temas que conversamos aquí es la oración dentro del matrimonio, orar por los compañeros del trabajo, etc…
En estos días después de celebrar que la persona que más me ama venció a quien más me odia quiero compartir contigo las inspiraciones que recibo al releer el relato bíblico de la resurrección.
En Mateo 28,2 dice: «De repente hubo un fuerte temblor de tierra, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra que lo tapaba y se sentó sobre ella… los soldados temblaron de miedo y cayeron como muertos. El ángel dijo a las mujeres: «No tengan miedo».
Me gustan varios detalles de esta episodio bíblico:
1. El ángel da un mensaje sentado sobre un gran obstáculo. La razón que nos da la Escritura del porque tembló la tierra, es que un ángel poderoso bajó del cielo. La gran piedra que tapaba la entrada al sepulcro fue movida por el poder del ángel y luego se sentó sobre ella. EL ÁNGEL SE SENTÓ SOBRE LA PIEDRA. Como cuando un luchador vencedor se sienta sobre el vencido. Es como si nos dijera: Dios nos envía ángeles a mover los grandes obstáculos de la vida y luego si miramos con fe, veremos que estos ángeles se sientan sobre estas piedras.
Dios nos envía ángeles a mover los grandes obstáculos de la vida
2. El ángel se sienta a esperar. El ángel no quita la piedra para que Jesús salga, pues su cuerpo glorificado atraviesa paredes, el ángel quita la piedra para que los discípulos puedan entrar a ‘ver’ que dentro de la tumba no hay nadie muerto. Quien estaba allí salió. Me imagino el impacto en el discípulo Juan quien nos dice el Evangelio estuvo allí hasta el final, vio la crucifixión, de seguro vio cuando llevaron a Jesús al sepulcro, es más pienso que hasta ayudó a cargar su cuerpo hasta allí. ¿Cuáles serían los sentimientos de Juan al ver que ya la tumba estaba vacía? La tumba vacía es el aperitivo al encuentro con el Señor resucitado. La tumba vacía engendra preguntas ¿Qué paso? ¿Dónde está? ¿Entonces todo lo que dijo es cierto? ¿Cómo me atreví a dudar ante tanto Poder?
El ángel quita la piedra para que los discípulos al entrar ‘vean’ que dentro de la tumba no hay nadie muerto.
Yo soy de los que creo que muchos ángeles están sentados por nuestra inactividad. Ellos se sientan a esperar que nos movamos en fe. En este caso sólo la fe movió a los discípulos a acercarse al sepulcro a ver. Además quien no se acerca en fe, nunca verá. ¿Está tu ángel esperando? ¿Inactivo por tu inactividad?
3. La manifestación de Dios da miedo a los que tienen la actitud incorrecta en el corazón. El ángel, luego de esperar quien sabe cuanto tiempo, pues el Evangelio no nos dice cuanto tiempo estuvo allí sentado. Le dice a las mujeres discípulas que se acercaron: No tengan miedo. Los ángeles vienen a quitar miedos. El mensaje del ángel sentado sobre la gran piedra del sepulcro es que el miedo no es de los que creen en el Señor resucitado. El miedo hace que hasta soldados entrenados caigan al suelo como muertos. El miedo es el principio de la muerte. La fe es el principio de la vida.
En aquel momento los soldados designados precisamente para que nadie abriera el sepulcro no podían ni moverse, me imagino que al ver a semejante personaje, lleno del Poder de Dios moviendo una piedra gigante se sintieron que la mejor salida era caer al suelo y dejarle hacer lo que quisiera, además ¿Cómo enfrentar a un enviado de Dios? ¿Con qué arma, entrenamiento o actitud enfrentarle? Ante el Poder de Dios los soldados de este mundo caen al suelo. Los soldados que sirven al odio, al miedo, a la enfermedad y la muerte…caen ante el Poder del Resucitado.
4. Cada vez que un ángel poderoso baja del cielo, ‘tiembla’ la tierra. No quiere decir que viene a hacer daño, todo lo contrario viene a hacer bien. A dar un mensaje de parte de Dios, a hacer posible lo imposible. Algo siempre sucede en la presencia de los mensajeros de Dios. Un ángel es un mensajero que se sienta. Quien se sienta no tiene nervios, quien se sienta está seguro de quien le envía. La tierra tiembla en la presencia de quien está seguro en Dios. La tierra se mueve y se somete ante quien obedece a Dios. Cuando alguien habla en el Nombre de Dios, la tierra tiembla y los soldados malos caen.
5. El ángel invitó a que entraran al sepulcro a ver. Ver para creer. Hay dicha en creer sin ver, pero también vemos en la Biblia como en ocasiones hay que ver para creer. Un ángel del cielo hace lo que le mandan. Todo lo que dijo e hizo fue porque le mandaron a hacerlo. Es decir que la voluntad de Dios es que el ángel quitara la piedra para que entraran y vieran y viendo creyeran. Algunas personas que sólo se adhieren al ‘creer sin ver’ pero la verdad es que mientras más intervenciones poderosas de Dios veo, más creo.
Oración: «¡¡Señor!! Manda tus ángeles poderosos a quitar piedras de nuestras situaciones sepulcros. Para que cuando estas piedras sean quitadas podamos ver que haz vencido por nosotros!!! Que esta acción poderosa tuya active nuestra fe. Permítenos sentarnos junto a tu ángel. Sentarnos sobre las piedras vencidas porque tu haz resucitado. Eres vencedor de la muerte!! En ti, todo es posible. Amén!!!
Tuve una imagen mental de que alguien con dificultad en su cadera iba a ser sanada. La imagen era de alguien caminando con problemas, pero luego caminaba bien.
Esto que te relato ocurrió en mi último viaje de evangelización. En Fort Lupton, Colorado. Esta palabra de conocimiento en forma de imagen mental es como un aviso de Dios para que notemos lo que Él esta haciendo para bendecir a los habitantes de Su Reino.
Las palabras de conocimiento son como un aviso de Dios para que notemos lo que Él esta haciendo para bendecir a los habitantes de Su Reino.
Cuando lo comuniqué a los presentes (unas 120 personas) y pregunté si alguien se identificaba con lo que veía en mi mente, se levantó una persona con una torcedura corporal muy notable. Al verla me impresioné pues nunca había visto físicamente a esta persona, pero era exactamente lo que había visto ‘en el Espíritu’.
Las palabras de conocimiento son un llamado a la fe, tanto para quien recibe esta ‘revelación’ como para quien se identifica con lo que se describe. Al ver a la persona frente nuestro nos dimos cuenta que debíamos orar por ella imponiéndole las manos. La invitamos a pasara al frente, lo cual no hacemos mucho en asambleas, pues entonces todo el mundo quiere que ‘los del frente’ le impongan las manos y en asambleas de gran número esto no siempre es posible.
Las palabras de conocimiento son un llamado a la fe.
PERO esta persona necesitaba un tiempo más prolongado de oración. Al pasar al frente le preguntamos su nombre, le preguntamos el tiempo de padecimiento de este mal y le preguntamos si tenía algún tipo de dolor, además de que nos dijera si había sentido algo de parte de Dios al escuchar la descripción en la palabra de conocimiento. Ella nos dijo que al escuchar que describíamos su condición ella sintió mucha paz, calor y que era Dios bendiciéndola. (En ocasiones estos son signos de la acción de Dios).
La sentamos en una silla y comenzamos a orar tocando, con su permiso, su espalda en el lugar que ella decía que le comenzaba la torcedura del cuerpo hasta su cadera. Ella nos contó que a la edad de tres años le dio polio y esto le causó desde entonces que su cuerpo se fuese deformando, al pasar los años ella iba empeorando y perdiendo movilidad en su cuerpo. Mientras orábamos el Señor nos iba revelando más detalles personales de su vida, lo cual ya no anunciábamos a los demás presentes pues esto era algo privado que Dios quería sanar en ella.
Hemos aprendido a dar órdenes de fe. Estas órdenes no son a dirigidas a Dios, más bien son en Nombre de Dios. Decíamos: “En el Nombre de Jesús le ordenamos a los huesos, nervios, músculos de Olga recuperar la originalidad pensada por Dios al crearla. Restáurense en el Nombre de Jesús”. Luego de unos minutos de oración los huesos de Olga comenzaron a tronar. Dios, en el poder, de Su Espíritu Santo estaba recolocando los huesos donde debían estar.
Las órdenes de fe son mandatos en el Nombre de Dios.
Ella estaba muy emocionada, con lágrimas en sus ojos, sintiendo el poder de Dios en su cuerpo. Sanándola. Le invité a ponerse de pie. Nos había dicho al inicio que no sentía dolor, pero que había movimientos que no podía hacer desde niña. Al levantarse de la silla le dije que ejercitara la fe intentando hacer algún movimiento que antes de la oración no podía hacer. (He notado que mucha gente no recibe bendiciones de Dios porque omiten este paso en fe, moverse en el Nombre de Dios) y ella comenzó a doblarse de una lado a otro. A la izquierda a la derecha. Para mi nada extraño pero cuando le pregunté “¿Cuánto tiempo tenías sin poder hacer ese movimiento?” Su respuesta nos impactó: “Tenía 51 años sin poder hacer este movimiento”. Su cara de felicidad era indescriptible.
Mucha gente no recibe sanación pues no se mueven para probar en su cuerpo lo que Dios está haciendo. Dios no sana a estatuas.
Notamos que estaba mucho menos torcida que al principio. Por ello podía hacer este movimiento sin perder el equilibrio. Le pedimos que se sentara de nuevo y seguimos imponiendo nuestras manos y dándole órdenes de fe a su cuerpo. Hemos aprendido, y aún seguimos aprendiendo, que algunas condiciones y más cuando las personas tienen muchos años padeciendo de algo, es necesario más tiempo de ministración. Sus huesos seguían tronando, ella sentía como su cuerpo iba cambiando bajo el poder de Dios. Nosotros Irwin (quien me acompañaba y yo) parecíamos niños viendo como nuestro Padre cumple lo que promete.
Luego de unos minutos más le pedimos levantarse de la silla y probar algún otro movimiento que antes no podía realizar. Ella comenzó a levantar y flexionar la rodilla en su pierna izquierda. Nuevamente estaba feliz. Le pregunto: ¿Cuánto tiempo tienes sin hacer ese movimiento?” Responde: “Tenía 14 años sin poder hacer esto, me tenían que ayudar hasta para ponerme los zapatos”. ¡Gloria a Dios!
El Reino de Dios está aquí. Actuando poderosamente en los que esperan y se abren como niñitos. Vemos como todo inició con una palabra de conocimiento que nos movió a orar más por una persona. Me imagino cuando Olga llegó a su casa y su familia la vio caminar sin dificultad, casi derecha (Olga no se le quitó la torcedura en su totalidad, pero se fue como un 80% más derecha). Ya no necesitaba que le ayudaran a poner los zapatos, ya no necesitaba ayuda para no perder el equilibrio. Se podía mover con libertad. ¡Gracias Jesús!
¿Qué es lo que más te impacta de este testimonio? ¿Alguna vez haz dado alguna orden de fe en el Nombre de Jesús? ¿Por qué sí o por qué no? Escribe tu comentario más abajo.