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Un avance en el ministerio

Un avance en el ministerio

Hace aproximadamente 5 años vi por primera vez la pierna de una persona crecer al darle una orden de fe. Esto ocurrió en un taller a servidores en los Estados Unidos. En un momento de oración comprobamos que uno de los presentes sufría de dolor de espalda, causado por tener una pierna más pequeña que otra. Sentí que Dios me decía: “Dile en mi Nombre a la pierna que crezca’. Me atreví. Lo hice. Y la pierna creció. Todos los presentes la vimos crecer. Yo que tenía la pierna en mis manos la sentí crecer.

Descubrimos algo olvidado pero que existe desde que comenzó la Iglesia

Esto fue como dicen en Estados Unidos un breakthrough (descubrimiento o avance) para nuestra comunidad y ministerio. Nunca nos había pasado, pero luego de esta experiencia mía, ya mis hermanos de comunidad se atrevieron a dar ordenes de fe a piernas, órganos enfermos, cánceres y hemos visto mucho resultado. Descubrimos ‘algo olvidado’ pero que existe desde que comenzó la Iglesia.

Años después, creo que hace 2 años. En la ciudad de Torreón, México, ocurrió que luego de contar el testimonio de lo sucedido en Estados Unidos una señora me pidió que hiciera lo mismo, pues ella tenía también una pierna más pequeña que otra. Lo hice y no resultó. No pasó nada. Su pierna no obedecía a la orden de fe que en el Nombre de Jesús yo le daba. Parecía una pierna sorda. Entonces le pregunté internamente al Señor: ¿Qué hago? y sentí que me dijo: “Jálale la pierna”. Me asusté un poco. Y si se caía la señora de su silla y si le dolía el jalón. Pero sabes qué, me arriesgué y le jalé la pierna. Obviamente le pedí permiso antes.

La señora dijo que sintió algo en su cadera. Comprobamos y su pierna no había crecido PERO ella decía que sentía algo diferente después del jalón. Quien soy yo para decirle que todo estaba igual. Le pedí que se pusiera de pie y probara haciendo algo que antes no podía y subió las escaleras y caminó sin bastón. ¡Gloria a Dios! ¿Quiere decir que hay que dejar de dar ordenes de fe y comenzar a jalar piernas o brazos? ¡No!

A finales del mes pasado estuve en Tuxla Gutierrez, México. Y ocurrió algo que me despeinó la calva. En medio de una poderosa asamblea de oración, luego de contar testimonios, incluyendo el como piernas han crecido en el Nombre de Jesús. Sentí una palabra de conocimiento de que había allí personas que sufrían de lo mismo, con una de sus piernas más pequeñas que otra y que en medio de la oración, sin recibir ordenes de fe directas, ni jalones, las piernas le estaban creciendo. Pedí a estas personas que se identificaran y que vinieran al frente. Se identificaron 2 personas. Había presenta una doctora que comprobó sentando a las personas y poniendo los pies de ellos en sus manos que sus talones estaban alineados. ¡Wow!

Me maravillo de cómo Dios nos va llevando de la mano. Así como un padre lleva a sus pequeños. Esto es una Verdadera Escuela de Fe. Es como sí hubiera una progresión en esto. Primero ‘háblale a la pierna’, luego ‘jála la pierna’ y ahora no hagas nada sólo quédense en mi Presencia y las piernas crecerán. En fin, la realidad es que quien sana es Dios, es la Presencia de Dios la que hace que una pierna crezca o un cáncer se diluya. Pero en ocasiones las ordenes de fe como que desatan Su Presencia y parece que los jalones también. Y en momentos sólo basta estar con El.

¿Tu que opinas? ¿Alguna vez haz visto cómo al dar una orden de fe en el Nombre de Jesús ocurre lo que ordenas? ¿Haz experimentado la Presencia Sanadora de Dios? Deja tu comentario y comparte este artículo con quien creas le sirva.

¿Es necesario Imponer Manos para orar por los enfermos?

Este video es el 3er episodio de la 2da temporada del programa digital ‘Sobre la Ola’, en el cual Irwin, Elena y yo (Miguel Horacio) hablamos sobre Imponer las manos sobre los enfermos. Otros temas que conversamos aquí es cuál fe es la que realmente sana, bloqueos a ser sanado, al final ponemos el testimonio de Verónica, quien sin tímpano ahora escucha bien, etc…

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Quitar dolor en menos de 15 minutos

Quitar dolor en menos de 15 minutos

Una de las intervenciones de Dios que más me impactó este fin de semana pasado fue lo que ocurrió en Don Adriano. Un hombre quien sufrió un accidente en su trabajo de construcción. (Estuve en Valle de Bravo, México. Invitado por el equipo de Renovación Carismática de aquella localidad) Don Adriano agarró, sin saber que la energía eléctrica estaba activada, un cable de alta tensión. Lo cual provocó que el recibiera una descarga de alto voltaje que le lanzó con fuerza al suelo, esto desde una altura de 6 metros. Cayó de espalda.

Ya te puedes imaginar. El nos contó que al abrir los ojos, después del desmayo al recibir un alto voltaje y una caída tan traumática, lo primero que dijo fue: “¡Gracias Señor! Estoy vivo”. Pero al inicio no sentía las piernas ni las manos. Vio un paramédico que le decía que no se moviera. Lo llevaron rápidamente al hospital en una ambulancia y los médicos hicieron muy buen trabajo. Como muestra de ello es que Don Adriano sigue vivo y caminando, pero con mucho dolor.

Esto ocurrió en Mayo de este año. Duró un mes en cama del hospital recuperándose y recibiendo terapia. Pero el nos contó que el dolor no se le quitaba. Tenía siempre dolor en su espalda y dolor en la mano con la que agarró el alambre de alta tensión (que dicho sea de paso, esa mano se le veía de color morado por la descarga eléctrica que recibió). No tuvo fracturas, sólo el daño causado por la descarga y el golpe. La secuela de esto era el dolor.

Cuando Carlos, mi amigo y hermano de comunidad, que me acompañaba y yo le entrevistamos para orar con él, le preguntamos del uno al diez ¿Cuánto le duele? Siendo diez mayor y uno menor. El nos respondió que le dolía un cinco. Le preguntamos si podíamos tocar su espalda para orar por él. Nos respondió positivamente.

Le tocamos y dimos lo que llamamos ‘órdenes de fe’. Una orden de fe es un mandato hecho en el Nombre de Jesús. No es una orden a Dios sino desde Dios.
Se pueden dar órdenes a los virus para que se vayan, al cáncer para que se anule o al dolor para que desaparezca. Esto último fue lo que hicimos: “En el Nombre de Jesús le ordenamos al dolor irse del cuerpo de Adriano. Le ordenamos a los músculos, nervios y huesos colaborar con el Espíritu Santo y restablecerse”. Luego de un minuto de oración le preguntamos a Adriano como se sentía. Nos respondió que el dolor había disminuido de un cinco a un uno. ¡Gloria a Dios! Esto era signo de que estaba funcionando.

Una orden de fe no es una orden a Dios, sino una orden desde el Poder de Dios.

Seguimos dándole ordenes al dolor, siempre en el Nombre Poderoso de Jesús. Esto un ratico más. “¿Ahora cómo se siente?” Le preguntamos. Nos dice que ya no tiene nada de dolor de espalda. Se le fue todo el dolor. Dijo: “Sólo me queda dolor en la mano”. Le dije déme su mano, póngala sobre la mía: “En el Nombre de Jesús le ordeno a esta mano obedecer al Poder de Dios en Adriano. Vete. Déjalo.” Adriano con cara de asombro nos dijo que ya no tenía dolor ni en su mano ni en su espalda.

Le dije: “En el Nombre de Jesús póngase de pie”. Se levantó sin dolor. Deberían ver la cara que yo vi en Adriano. Una mezcla de asombro, agradecimiento a Dios y esperanza. Inmediatamente, sin necesidad de que ningún animador de asamblea o ministerio de música le animara, levantó sus brazos y comenzó a alabar a Dios. Dándole gracias por que ahora estaba libre del dolor. El hijo de Adriano, quien le había ayudado a llegar hasta nosotros, por la dificultad de Adriano en caminar estaba allí, llorando pero de alegría. Viendo que Dios es más poderoso que el dolor y siendo testigo de como con simples ordenes de fe Dios actúa.

Luego nos trajeron otras personas para que oráramos por ellas, pero no pude dejar de ver, por la esquina de mi ojo, que Don Adriano fue a la capilla y se arrodilló el solo, sin ayuda, a seguir dando gracias a Dios. ¡La victoria sobre el dolor, el miedo y la enfermedad es de Nuestro Señor Jesús! ¡Amén!

¿Tu que opinas? Pon tu comentario acá abajo. ¿Por qué no das ordenes de fe a los virus, dolores o enfermedades que atacan a tu familia? ¿Qué esperas?

También, si quieres puedes compartir este testimonio con tus familiares y amigos, envíaselo. Verás el Poder que tiene compartir con otros las maravillas de Dios.

El poder de Dios en su cuerpo

El poder de Dios en su cuerpo

Tuve una imagen mental de que alguien con dificultad en su cadera iba a ser sanada. La imagen era de alguien caminando con problemas, pero luego caminaba bien.

Esto que te relato ocurrió en mi último viaje de evangelización. En Fort Lupton, Colorado. Esta palabra de conocimiento en forma de imagen mental es como un aviso de Dios para que notemos lo que Él esta haciendo para bendecir a los habitantes de Su Reino.

Las palabras de conocimiento son como un aviso de Dios para que notemos lo que Él esta haciendo para bendecir a los habitantes de Su Reino.

Cuando lo comuniqué a los presentes (unas 120 personas) y pregunté si alguien se identificaba con lo que veía en mi mente, se levantó una persona con una torcedura corporal muy notable. Al verla me impresioné pues nunca había visto físicamente a esta persona, pero era exactamente lo que había visto ‘en el Espíritu’.

Las palabras de conocimiento son un llamado a la fe, tanto para quien recibe esta ‘revelación’ como para quien se identifica con lo que se describe. Al ver a la persona frente nuestro nos dimos cuenta que debíamos orar por ella imponiéndole las manos. La invitamos a pasara al frente, lo cual no hacemos mucho en asambleas, pues entonces todo el mundo quiere que ‘los del frente’ le impongan las manos y en asambleas de gran número esto no siempre es posible.

Las palabras de conocimiento son un llamado a la fe.

PERO esta persona necesitaba un tiempo más prolongado de oración. Al pasar al frente le preguntamos su nombre, le preguntamos el tiempo de padecimiento de este mal y le preguntamos si tenía algún tipo de dolor, además de que nos dijera si había sentido algo de parte de Dios al escuchar la descripción en la palabra de conocimiento. Ella nos dijo que al escuchar que describíamos su condición ella sintió mucha paz, calor y que era Dios bendiciéndola. (En ocasiones estos son signos de la acción de Dios).

La sentamos en una silla y comenzamos a orar tocando, con su permiso, su espalda en el lugar que ella decía que le comenzaba la torcedura del cuerpo hasta su cadera. Ella nos contó que a la edad de tres años le dio polio y esto le causó desde entonces que su cuerpo se fuese deformando, al pasar los años ella iba empeorando y perdiendo movilidad en su cuerpo. Mientras orábamos el Señor nos iba revelando más detalles personales de su vida, lo cual ya no anunciábamos a los demás presentes pues esto era algo privado que Dios quería sanar en ella.

Hemos aprendido a dar órdenes de fe. Estas órdenes no son a dirigidas a Dios, más bien son en Nombre de Dios. Decíamos: “En el Nombre de Jesús le ordenamos a los huesos, nervios, músculos de Olga recuperar la originalidad pensada por Dios al crearla. Restáurense en el Nombre de Jesús”. Luego de unos minutos de oración los huesos de Olga comenzaron a tronar. Dios, en el poder, de Su Espíritu Santo estaba recolocando los huesos donde debían estar.

Las órdenes de fe son mandatos en el Nombre de Dios.

Ella estaba muy emocionada, con lágrimas en sus ojos, sintiendo el poder de Dios en su cuerpo. Sanándola. Le invité a ponerse de pie. Nos había dicho al inicio que no sentía dolor, pero que había movimientos que no podía hacer desde niña. Al levantarse de la silla le dije que ejercitara la fe intentando hacer algún movimiento que antes de la oración no podía hacer. (He notado que mucha gente no recibe bendiciones de Dios porque omiten este paso en fe, moverse en el Nombre de Dios) y ella comenzó a doblarse de una lado a otro. A la izquierda a la derecha. Para mi nada extraño pero cuando le pregunté “¿Cuánto tiempo tenías sin poder hacer ese movimiento?” Su respuesta nos impactó: “Tenía 51 años sin poder hacer este movimiento”. Su cara de felicidad era indescriptible.

Mucha gente no recibe sanación pues no se mueven para probar en su cuerpo lo que Dios está haciendo. Dios no sana a estatuas.

Notamos que estaba mucho menos torcida que al principio. Por ello podía hacer este movimiento sin perder el equilibrio. Le pedimos que se sentara de nuevo y seguimos imponiendo nuestras manos y dándole órdenes de fe a su cuerpo. Hemos aprendido, y aún seguimos aprendiendo, que algunas condiciones y más cuando las personas tienen muchos años padeciendo de algo, es necesario más tiempo de ministración. Sus huesos seguían tronando, ella sentía como su cuerpo iba cambiando bajo el poder de Dios. Nosotros Irwin (quien me acompañaba y yo) parecíamos niños viendo como nuestro Padre cumple lo que promete.

Luego de unos minutos más le pedimos levantarse de la silla y probar algún otro movimiento que antes no podía realizar. Ella comenzó a levantar y flexionar la rodilla en su pierna izquierda. Nuevamente estaba feliz. Le pregunto: ¿Cuánto tiempo tienes sin hacer ese movimiento?” Responde: “Tenía 14 años sin poder hacer esto, me tenían que ayudar hasta para ponerme los zapatos”. ¡Gloria a Dios!

El Reino de Dios está aquí. Actuando poderosamente en los que esperan y se abren como niñitos. Vemos como todo inició con una palabra de conocimiento que nos movió a orar más por una persona. Me imagino cuando Olga llegó a su casa y su familia la vio caminar sin dificultad, casi derecha (Olga no se le quitó la torcedura en su totalidad, pero se fue como un 80% más derecha). Ya no necesitaba que le ayudaran a poner los zapatos, ya no necesitaba ayuda para no perder el equilibrio. Se podía mover con libertad. ¡Gracias Jesús!

¿Qué es lo que más te impacta de este testimonio? ¿Alguna vez haz dado alguna orden de fe en el Nombre de Jesús? ¿Por qué sí o por qué no? Escribe tu comentario más abajo.

NOTA: Si quieres comparte este testimonio.

Dios sana en los aviones

Dios sana en los aviones

¿Sabías que Dios también sana en los aviones? Te cuento. La semana pasada estuve viajando hacia los Estados Unidos. Andaba junto a mi amigo Irwin Féliz. Teníamos que hacer varias escalas hasta nuestro destino final. En nuestro primer vuelo a mi me tocó sentarme en el asiento del pasillo, a Irwin en el centro, y en la ventana una señora que jamás habíamos conocido. PERO Dios sí la conoce y nos sentó en la misma fila de asientos con un plan de Amor.

Irwin y yo estábamos hablando de todo un poco. De nuestras esposas, nuestros hijos, etc…la señora miraba por la ventana. DE REPENTE me viene la idea firme de que debíamos orar por ella. Se lo comento a Irwin y sin pensarlo mucho. (A veces pensar mucho las cosas nos detiene la obediencia a los deseos del Espíritu Santo). Le pregunto a la Señora su nombre. Nos dice que se llama Clara. Yo le digo que somos misioneros y sentimos que debemos orar por ella. Irwin le pregunta ¿Por qué quiere que oremos?

Ella dice: “Yo tengo un problema en la cervical, tengo que operarme, pero los médicos no se deciden porque la vértebra está apretando unos nervios”. Irwin que está justo a su lado le dice: “Podemos quedarnos con los ojos abiertos y tranquilos nadie tiene por qué darse cuenta que estamos orando”. (Esto lo decimos siempre que estamos en sitios donde comúnmente no se ora, centros comerciales, estacionamientos, aviones. Lo aclaramos para que la gente no se asuste). Ella accede y comenzamos a orar, sin tocarla siquiera. “Gracias Señor por Clara. Gracias por que tu Reino está aquí”. Mientras estábamos orando, el Señor me hace sentir una palabra de conocimiento “ella vive en Italia”. Interrumpo y le pregunto “¿Usted vive en República Dominicana o vive en Italia?” (El avión en que estábamos salía de Santo Domingo hacia Miami, donde era nuestra primera escala…no había ningún indicio de que ella iba a Italia, además de que Clara es una señora muy dominicana en su forma de hablar, de vestir, de gesticular). Ella abre sus ojos sorprendida y con cara de ‘cómo-usted-sabe’ dice “vivo en Italia”.

De repente sucede lo que llamamos ‘el efecto Kleenex’, luego de una palabra de conocimiento vienen otras más a complementar la primera. Así como las cajas de Kleenex que sacas uno y detrás viene el otro. “Veo una imagen de que ella tiene problemas con uno de sus hijo”…pero hemos aprendido a no ‘escupirle profecías en la cara a la gente’. Le pregunto “¿Usted tiene hijos?” Ella responde: “Tengo 5 hijos”. Seguimos orando “Señor…bendice a Clara a su familia, a sus hijos”.

Irwin le dice al oído algo que el Señor le estaba revelando sobre el problema con su hijo y ella primero se sonrie, luego, ya no aguantando más las lágrimas se echa a llorar. Dios está tocando fibras profundas de su corazón, le está mostrando Su misericordia y cuán pendiente está de sus problemas.

Irwin da un paso más atrevido y ahora es el momento para pedirle permiso para tocar su espalda y ser canales de sanación para su problema cervical. Irwin le pregunta y ella accede. Antes de continuar orando Irwin le hace otra pregunta: “¿En este momento tiene dolor?”. Ella responde que no, pero que en ocasiones le duele tanto que no puede ni mover el cuello. Yo me quedo en mi asiento. Ella se echa un poco hacia adelante, Irwin le toca la espalda y yo digo: “En el Nombre del Señor Jesús le ordenamos a la vértebra cervical moverse y a los nervios restaurarse”. Irwin le pregunta: “¿Siente algo?” y ella dice que cuando dí la orden de fe a su cuerpo sintió como un jalón dentro de su vértebra. Le explicamos que esto podía ser un signo de la sanación que Dios estaba haciendo, pero que ella tenía que confirmarlo con el médico. Ella dice: “Dios sabe cuanto necesito ser sanada de este problema”.

En ese momento Dios pone estas palabras en mi corazón para ella: “Clara, el perdón de Dios es muy amplio y real. Dios te ama y sabes que Él nunca te ha abandonado, en momentos haz sentido como te ha salvado de cosas graves, te ha sacado de debajo del camión y a pesar de las vueltas que haz dado en la vida Él sabe que en el fondo de tu corazón siempre haz querido serle fiel. Ahora notarás cuán cerca está de ti. En estas semanas notarás la poderosa mano de Dios, Su bendición y Su Amor”. Los tres para este momento teníamos los ojos llenos de lágrimas y el corazón hinchado por el Amor de Dios inundando el avión. En ese momento los tres hicimos silencio. Un silencio para ‘chupar’ la Presencia de Dios allí. Clara nos dio las gracias. Se puso unos lentes oscuros, no podíamos evitar el ver que de vez en cuando se limpiaba las lágrimas, ella en silencio seguía recibiendo de Dios.

Le doy gracias al Señor por la oportunidad que nos dio a Irwin y a mi de comprobar que el Reino de Dios también está en los aviones. De que su Poder no tiene límites. Gracias a Dios que Él conoce todo de nosotros y aún así nos ama. Nada le detiene. No hay límites para Su Amor y además el quiere sanar hasta en los aviones. Es más el quiere sanar en nuestros lugares de trabajo, lugares de estudio, familias. Hay que estar atentos a los deseos del Espíritu Santo para no perder oportunidades como esta y ver al Reino de Dios actuando.

Algunos pensarán al leer esto: “Cuanto me gustaría sentarme en un avión al lado de personas que escuchen a Dios para que oren por mí y me bendigan en Su Nombre”…PERO también podrías verlo desde otra perspectiva, la perspectiva de Dios que te dice: “Te voy a sentar allí para que seas una bendición para el que esté cerca tuyo…ve en mi Nombre”.

¡Ánimo! Dios te ha puesto allí para que lo representes…en ese trabajo, en esa familia, en esa escuela, en esa vida que tienes…Ve en Su Nombre.

¿Alguna vez haz sentido acercarte a orar por alguien en un lugar público fuera del contexto de la Iglesia? ¿Qué haz hecho? Deja tus comentarios más abajo y si quieres comparte este testimonio con tus familiares y/o amigos.