¿Es la enfermedad un medio de purificación?
Este video es el 4to episodio de la 2da temporada del programa digital ‘Sobre la Ola’, en el cual Irwin, Elena y yo (Miguel Horacio) hablamos sobre si es fanatismo esperar siempre que Jesús sane. Otros temas que conversamos aquí es cuales son las condiciones para ser usado por Dios para sanar en Su Nombre, si el cansancio nos impide ser canal de sanación, etc…
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Este sábado, como muchos, otros estuve junto a mis hermanos, en el ministerio de sanación de Jesús orando por los que sufren. Fue una mañana preciosa viendo al Señor bendecir a todo el que llegaba con corazón abierto a recibir de Su Amoroso Poder.
Al final, mientras evaluábamos las sesiones de oración, estuvimos de acuerdo de que dando, nosotros recibimos muchas bendiciones. Al terminar nos despedimos y cada cuál a su casa.
En mi casa había dejado a mi hijo mayor, con una infección de garganta y oídos. Habíamos estado toda la semana orando por él, ya le habíamos llevado al médico dos veces y administrándole las medicinas recetadas. Orar por otros y ver al Señor actuar con Poder, fue como un oasis para mí, después de toda una semana orando por mi hijo sin ver resultados.
Cuando llegué a la casa, saludé a mi esposa y a mi hijo menor. Cuando me acerco a mi hijo mayor, el que tenía la infección, le doy un beso y el se echó a llorar y con lágrimas en sus ojos me dice: “Papá cuando se me va a quitar este dolor. Trago y me duele. No puedo casi comer. Me duele mucho. ¿Hasta cuando voy a estar así?” Mi corazón se hizo pedazos. Me senté en un sillón y lo puse sobre mi. Oré por él. Lloré con él. Creo que es la primera vez que me vio llorar por él. El con sus manitas, limpiaba mis lágrimas.
– ¿Por qué lloras papá?
– Lloro porque tu dolor me duele a mi también. Pero a mi me duele en el corazón.
– Ya papi…no llores (me dice, mientras me abrazaba) el dolor ya se hizo chiquito.
Les escribo esto por varias razones:
1era razón: Mi esposa y yo descubrimos la primera vez que nuestro hijo se enfermó, que Dios no quiere que sus hijos se enfermen. Por ello Jesús, que vino a hacer totalmente la voluntad del Padre, se pasó tanto tiempo sanando personas enfermas. Si nosotros sentíamos dolor, si nosotros queríamos que la enfermedad se pasase a nosotros y no a él. ¡Cuanto más Dios! Es más precisamente eso fue lo que hizo. Cargó la cruz y llevó sobre sí nuestras enfermedades y dolencias para que nosotros seamos sanos.
2da razón por lo que escribo esto es: Muchas personas mal creen o mal piensan que en mi vida no hay dolor y que todas mis oraciones son respondidas. Pues ya ven que no es así. Sí bien es cierto que en el ministerio cada vez vemos más y más sanaciones y hasta lo que consideramos milagros, pero no siempre ´recibo lo que pido’. Esto es parte del misterio del ministerio de sanación. Esto también nos ayuda a mi esposa y a mi a depender de otros. En este caso específico fue una hermana de nuestra comunidad quien es odonto-pediatra quien nos sirvió de instrumento de Dios con el diagnóstico y las medicinas exactas para ayudar a nuestro hijo.
3era razón por la que escribo esto: Cuando mi esposa y yo orábamos por nuestro hijo en momentos pico de dolor, mi hijo luego testificaba que el dolor disminuía. (como en el que traté de describir más arriba). Hay ocasiones que nuestra oración no cura la enfermedad, pero sí quita o disminuye los síntomas. El tener experiencias negativas en el ministerio de sanación no puede, ni debe paralizarnos a orar por los demás. Tenemos que perseverar. El ministerio de sanación no sólo es un misterio de fe, también es una guerra y toda guerra tiene un sin número de batallas. Unas batallas se pierden y otras se ganan.
NOTA FINAL: Mi hijo está en recuperación. Ya no tiene dolor y gracias a Dios, a nuestra hermana de comunidad pediatra es el niño feliz que estamos acostumbrados a ver. ¡Dios es Bueno!
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Una de las intervenciones de Dios que más me impactó este fin de semana pasado fue lo que ocurrió en Don Adriano. Un hombre quien sufrió un accidente en su trabajo de construcción. (Estuve en Valle de Bravo, México. Invitado por el equipo de Renovación Carismática de aquella localidad) Don Adriano agarró, sin saber que la energía eléctrica estaba activada, un cable de alta tensión. Lo cual provocó que el recibiera una descarga de alto voltaje que le lanzó con fuerza al suelo, esto desde una altura de 6 metros. Cayó de espalda.
Ya te puedes imaginar. El nos contó que al abrir los ojos, después del desmayo al recibir un alto voltaje y una caída tan traumática, lo primero que dijo fue: “¡Gracias Señor! Estoy vivo”. Pero al inicio no sentía las piernas ni las manos. Vio un paramédico que le decía que no se moviera. Lo llevaron rápidamente al hospital en una ambulancia y los médicos hicieron muy buen trabajo. Como muestra de ello es que Don Adriano sigue vivo y caminando, pero con mucho dolor.
Esto ocurrió en Mayo de este año. Duró un mes en cama del hospital recuperándose y recibiendo terapia. Pero el nos contó que el dolor no se le quitaba. Tenía siempre dolor en su espalda y dolor en la mano con la que agarró el alambre de alta tensión (que dicho sea de paso, esa mano se le veía de color morado por la descarga eléctrica que recibió). No tuvo fracturas, sólo el daño causado por la descarga y el golpe. La secuela de esto era el dolor.
Cuando Carlos, mi amigo y hermano de comunidad, que me acompañaba y yo le entrevistamos para orar con él, le preguntamos del uno al diez ¿Cuánto le duele? Siendo diez mayor y uno menor. El nos respondió que le dolía un cinco. Le preguntamos si podíamos tocar su espalda para orar por él. Nos respondió positivamente.
Le tocamos y dimos lo que llamamos ‘órdenes de fe’. Una orden de fe es un mandato hecho en el Nombre de Jesús. No es una orden a Dios sino desde Dios.
Se pueden dar órdenes a los virus para que se vayan, al cáncer para que se anule o al dolor para que desaparezca. Esto último fue lo que hicimos: “En el Nombre de Jesús le ordenamos al dolor irse del cuerpo de Adriano. Le ordenamos a los músculos, nervios y huesos colaborar con el Espíritu Santo y restablecerse”. Luego de un minuto de oración le preguntamos a Adriano como se sentía. Nos respondió que el dolor había disminuido de un cinco a un uno. ¡Gloria a Dios! Esto era signo de que estaba funcionando.
Una orden de fe no es una orden a Dios, sino una orden desde el Poder de Dios.
Seguimos dándole ordenes al dolor, siempre en el Nombre Poderoso de Jesús. Esto un ratico más. “¿Ahora cómo se siente?” Le preguntamos. Nos dice que ya no tiene nada de dolor de espalda. Se le fue todo el dolor. Dijo: “Sólo me queda dolor en la mano”. Le dije déme su mano, póngala sobre la mía: “En el Nombre de Jesús le ordeno a esta mano obedecer al Poder de Dios en Adriano. Vete. Déjalo.” Adriano con cara de asombro nos dijo que ya no tenía dolor ni en su mano ni en su espalda.
Le dije: “En el Nombre de Jesús póngase de pie”. Se levantó sin dolor. Deberían ver la cara que yo vi en Adriano. Una mezcla de asombro, agradecimiento a Dios y esperanza. Inmediatamente, sin necesidad de que ningún animador de asamblea o ministerio de música le animara, levantó sus brazos y comenzó a alabar a Dios. Dándole gracias por que ahora estaba libre del dolor. El hijo de Adriano, quien le había ayudado a llegar hasta nosotros, por la dificultad de Adriano en caminar estaba allí, llorando pero de alegría. Viendo que Dios es más poderoso que el dolor y siendo testigo de como con simples ordenes de fe Dios actúa.
Luego nos trajeron otras personas para que oráramos por ellas, pero no pude dejar de ver, por la esquina de mi ojo, que Don Adriano fue a la capilla y se arrodilló el solo, sin ayuda, a seguir dando gracias a Dios. ¡La victoria sobre el dolor, el miedo y la enfermedad es de Nuestro Señor Jesús! ¡Amén!
¿Tu que opinas? Pon tu comentario acá abajo. ¿Por qué no das ordenes de fe a los virus, dolores o enfermedades que atacan a tu familia? ¿Qué esperas?
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Tuve una imagen mental de que alguien con dificultad en su cadera iba a ser sanada. La imagen era de alguien caminando con problemas, pero luego caminaba bien.
Esto que te relato ocurrió en mi último viaje de evangelización. En Fort Lupton, Colorado. Esta palabra de conocimiento en forma de imagen mental es como un aviso de Dios para que notemos lo que Él esta haciendo para bendecir a los habitantes de Su Reino.
Las palabras de conocimiento son como un aviso de Dios para que notemos lo que Él esta haciendo para bendecir a los habitantes de Su Reino.
Cuando lo comuniqué a los presentes (unas 120 personas) y pregunté si alguien se identificaba con lo que veía en mi mente, se levantó una persona con una torcedura corporal muy notable. Al verla me impresioné pues nunca había visto físicamente a esta persona, pero era exactamente lo que había visto ‘en el Espíritu’.
Las palabras de conocimiento son un llamado a la fe, tanto para quien recibe esta ‘revelación’ como para quien se identifica con lo que se describe. Al ver a la persona frente nuestro nos dimos cuenta que debíamos orar por ella imponiéndole las manos. La invitamos a pasara al frente, lo cual no hacemos mucho en asambleas, pues entonces todo el mundo quiere que ‘los del frente’ le impongan las manos y en asambleas de gran número esto no siempre es posible.
Las palabras de conocimiento son un llamado a la fe.
PERO esta persona necesitaba un tiempo más prolongado de oración. Al pasar al frente le preguntamos su nombre, le preguntamos el tiempo de padecimiento de este mal y le preguntamos si tenía algún tipo de dolor, además de que nos dijera si había sentido algo de parte de Dios al escuchar la descripción en la palabra de conocimiento. Ella nos dijo que al escuchar que describíamos su condición ella sintió mucha paz, calor y que era Dios bendiciéndola. (En ocasiones estos son signos de la acción de Dios).
La sentamos en una silla y comenzamos a orar tocando, con su permiso, su espalda en el lugar que ella decía que le comenzaba la torcedura del cuerpo hasta su cadera. Ella nos contó que a la edad de tres años le dio polio y esto le causó desde entonces que su cuerpo se fuese deformando, al pasar los años ella iba empeorando y perdiendo movilidad en su cuerpo. Mientras orábamos el Señor nos iba revelando más detalles personales de su vida, lo cual ya no anunciábamos a los demás presentes pues esto era algo privado que Dios quería sanar en ella.
Hemos aprendido a dar órdenes de fe. Estas órdenes no son a dirigidas a Dios, más bien son en Nombre de Dios. Decíamos: “En el Nombre de Jesús le ordenamos a los huesos, nervios, músculos de Olga recuperar la originalidad pensada por Dios al crearla. Restáurense en el Nombre de Jesús”. Luego de unos minutos de oración los huesos de Olga comenzaron a tronar. Dios, en el poder, de Su Espíritu Santo estaba recolocando los huesos donde debían estar.
Las órdenes de fe son mandatos en el Nombre de Dios.
Ella estaba muy emocionada, con lágrimas en sus ojos, sintiendo el poder de Dios en su cuerpo. Sanándola. Le invité a ponerse de pie. Nos había dicho al inicio que no sentía dolor, pero que había movimientos que no podía hacer desde niña. Al levantarse de la silla le dije que ejercitara la fe intentando hacer algún movimiento que antes de la oración no podía hacer. (He notado que mucha gente no recibe bendiciones de Dios porque omiten este paso en fe, moverse en el Nombre de Dios) y ella comenzó a doblarse de una lado a otro. A la izquierda a la derecha. Para mi nada extraño pero cuando le pregunté “¿Cuánto tiempo tenías sin poder hacer ese movimiento?” Su respuesta nos impactó: “Tenía 51 años sin poder hacer este movimiento”. Su cara de felicidad era indescriptible.
Mucha gente no recibe sanación pues no se mueven para probar en su cuerpo lo que Dios está haciendo. Dios no sana a estatuas.
Notamos que estaba mucho menos torcida que al principio. Por ello podía hacer este movimiento sin perder el equilibrio. Le pedimos que se sentara de nuevo y seguimos imponiendo nuestras manos y dándole órdenes de fe a su cuerpo. Hemos aprendido, y aún seguimos aprendiendo, que algunas condiciones y más cuando las personas tienen muchos años padeciendo de algo, es necesario más tiempo de ministración. Sus huesos seguían tronando, ella sentía como su cuerpo iba cambiando bajo el poder de Dios. Nosotros Irwin (quien me acompañaba y yo) parecíamos niños viendo como nuestro Padre cumple lo que promete.
Luego de unos minutos más le pedimos levantarse de la silla y probar algún otro movimiento que antes no podía realizar. Ella comenzó a levantar y flexionar la rodilla en su pierna izquierda. Nuevamente estaba feliz. Le pregunto: ¿Cuánto tiempo tienes sin hacer ese movimiento?” Responde: “Tenía 14 años sin poder hacer esto, me tenían que ayudar hasta para ponerme los zapatos”. ¡Gloria a Dios!
El Reino de Dios está aquí. Actuando poderosamente en los que esperan y se abren como niñitos. Vemos como todo inició con una palabra de conocimiento que nos movió a orar más por una persona. Me imagino cuando Olga llegó a su casa y su familia la vio caminar sin dificultad, casi derecha (Olga no se le quitó la torcedura en su totalidad, pero se fue como un 80% más derecha). Ya no necesitaba que le ayudaran a poner los zapatos, ya no necesitaba ayuda para no perder el equilibrio. Se podía mover con libertad. ¡Gracias Jesús!
¿Qué es lo que más te impacta de este testimonio? ¿Alguna vez haz dado alguna orden de fe en el Nombre de Jesús? ¿Por qué sí o por qué no? Escribe tu comentario más abajo.
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