fbpx

Ya he perdido la cuenta de las veces que ‘algún alguien por ahí’ me dice: “Dejé de orar por los enfermos pues en una ocasión oré con mucha fe por una persona muy enferma y aún así murió.”

Lo primero es que yo recomiendo iniciarse en el ministerio de sanación enfrentando enfermedades o condiciones más acordes con tu fe. Si tienes poca fe inicia orando por gripes, dolores de uña o de nariz. En fin comienza por lo poco y luego de ejercitar el ‘músculo’ de la fe podrás arrancar de las puertas de la muerte a alguno que otro enfermo terminal.

Si tienes poca fe inicia orando por gripes

Mal contando, en nuestro ministerio, cuando nos invitan a orar por enfermos terminales, muchos de ellos en cuidados intensivos de hospitales, tenemos un 90% de éxito. Es decir de cada 10 por los que oramos, 9 salen de su condición de muerte y sólo una persona se nos muere.

Nosotros hemos aprendido a enfocarnos en lo que Dios sí está haciendo y no enfocarnos en lo que no está haciendo. En el caso de que se nos muera alguien, acompañamos con cariño a la familia que perdió a su ser querido, pero no por ello dejamos de orar por otros que necesitan de nuestro ministerio. Nos enfocamos en el 9 que sí sanaron y glorificamos a Dios por ello y no nos quedamos ‘enfrascados’ en aquel que no sanó. Sanar no es nuestra responsabilidad, eso es responsabilidad de Dios a nosotros nos toca orar.

Para avanzar en el ministerio de sanación enfócate en las personas que sí sanan y no en las que no son sanadas.

Por otro lado tener más o menos un 90% de ‘éxito’ sacando a gente del borde de la muerte es el resultado de años orando por los que sufren. Al inicio, no todo nos resultaba. Por ello aconsejo comenzar de poquito a poquito.

En fin, la muerte, por ahora es algo inevitable. En algún momento cuando crezcamos lo suficiente en fe lograremos resucitar muertos. Jesús nos envió a ello. (Mt 10,8). San Pablo dijo 1 Cor 15,26 que: “el último enemigo que será vencido será la muerte”. El ministerio de sanación es un misterio, no todo se sabe, es un constante aprendizaje, pero también es una guerra, hay que seguir confiando en Dios, luchando y avanzando. Con fe en Dios en esta promesa suya de que en el ministerio de sanación no sólo venceremos las enfermedades sino también la muerte.

No me atrevo decir que Jesús sanó a todos los enfermos de su época, pero sí me atrevo decir que todos los enfermos de esa época que se acercaron a Él con fe, fueron curados.

Todos los enfermos que se acercaron a Jesús con fe fueron curados.

Si miramos los Evangelios vemos que Jessús esperaba que el enfermo se acercara a Él o que los familiares y amigos lo hicieran. En muy pocas ocasiones Jesús era el que se acercaba, el Evangelio de Juan nos cuenta sobre el paralítico junto a la piscina esperando ser curado. (Jn 5). Jesús se acercó y lo curó. Las demás excepciones de Jesús acercándose a intervenir sobre alguien sin que ese alguien se lo pidiese fue cuando estas personas estaban muertas.

En el mismo Jesús vemos que este carisma de resucitar muertos (si es que le podemos llamar de esa forma) fue ‘in crescendo’, es decir el lo fue ejercitando y fue fortaleciéndose en ello.

La primera persona que Jesús resucitó fue la hija de Jairo. La cual tenía poco tiempo de haber muerto. El ya iba en camino a sanarla, pero mientras llegaba murió. Jesús entra y la resucita.

La segunda persona que nos testifica el Evangelio es la resurrección del hijo de la viuda de Naím, Jesús lo hizo por compasión (Lc 7,11 y siguientes). Este tenía más tiempo de muerte que la hija de Jairo, ya lo iban a enterrar al cementerio y Jesús detuvo el desfile del funeral para resucitar al muchacho.

Pero la resurrección más excepcional fue la de Lázaro (Jn 11), el cual ya tenía, 4 días enterrado. Olía mal al abrir el sepulcro. Pero la pregunta del millón es ¿Por qué Jesús resucitó a estas personas y no a otras? ¿Por qué no dejó a la hija de Jairo muerta? ¿Por qué no dejó al hijo de la viuda muerto? ¿Por qué no dejó a Lázaro en la tumba?

Pues perdone mi niñada, confieso no ser teólogo y que para muchas cosas tengo una fe de niño pero creo firmemente que Jesús resucitó a estas personas pues no era el tiempo de ellos morir. No era el tiempo de que Jairo llorara a su hija, ni de que la viuda perdiese al muchacho, no era el tiempo de Lázaro partir. Para mí no hay otra respuesta.

Muchas personas mueren antes de ‘su’ tiempo porque nadie ora por ellas y otras mueren aunque se ore por ellas porque ya era ‘su’ tiempo de morir.

Jesús vino a cumplir a perfección la voluntad del Padre. Jesús nunca hizo nada para romper la comunión/voluntad con Dios Padre. Si la voluntad de Dios era que estas personas estuviesen y permaneciesen muertas, nunca Jesús las hubiera resucitado. Es por ello que creo que mientras el Reino de Dios no se extienda en Su totalidad en esta tierra todos tenemos como dice Eclesiastés 3,2 ‘un momento para morir’.

En ocasiones oramos por alguien y muere, no porque lo hayamos hecho mal sino porque era su tiempo para morir. PERO en otras ocasiones gente muere porque nadie oró por ella o no oraron lo suficiente sobre esa persona. Recuerda a nosotros nos toca orar y a Dios le toca obrar. Dios nos dio el mandato de hacerlo (Mt 10,8) sería una desobediencia a su mandato dejar de orar por los que sufren. Ora y Dios obrará. Déjale a Él los resultados ¿Tu qué opinas? Deja tu comentario y si quieres comparte este escrito con quien creas que lo necesita.