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¿Sabías que Dios también sana en los aviones? Te cuento. La semana pasada estuve viajando hacia los Estados Unidos. Andaba junto a mi amigo Irwin Féliz. Teníamos que hacer varias escalas hasta nuestro destino final. En nuestro primer vuelo a mi me tocó sentarme en el asiento del pasillo, a Irwin en el centro, y en la ventana una señora que jamás habíamos conocido. PERO Dios sí la conoce y nos sentó en la misma fila de asientos con un plan de Amor.

Irwin y yo estábamos hablando de todo un poco. De nuestras esposas, nuestros hijos, etc…la señora miraba por la ventana. DE REPENTE me viene la idea firme de que debíamos orar por ella. Se lo comento a Irwin y sin pensarlo mucho. (A veces pensar mucho las cosas nos detiene la obediencia a los deseos del Espíritu Santo). Le pregunto a la Señora su nombre. Nos dice que se llama Clara. Yo le digo que somos misioneros y sentimos que debemos orar por ella. Irwin le pregunta ¿Por qué quiere que oremos?

Ella dice: “Yo tengo un problema en la cervical, tengo que operarme, pero los médicos no se deciden porque la vértebra está apretando unos nervios”. Irwin que está justo a su lado le dice: “Podemos quedarnos con los ojos abiertos y tranquilos nadie tiene por qué darse cuenta que estamos orando”. (Esto lo decimos siempre que estamos en sitios donde comúnmente no se ora, centros comerciales, estacionamientos, aviones. Lo aclaramos para que la gente no se asuste). Ella accede y comenzamos a orar, sin tocarla siquiera. “Gracias Señor por Clara. Gracias por que tu Reino está aquí”. Mientras estábamos orando, el Señor me hace sentir una palabra de conocimiento “ella vive en Italia”. Interrumpo y le pregunto “¿Usted vive en República Dominicana o vive en Italia?” (El avión en que estábamos salía de Santo Domingo hacia Miami, donde era nuestra primera escala…no había ningún indicio de que ella iba a Italia, además de que Clara es una señora muy dominicana en su forma de hablar, de vestir, de gesticular). Ella abre sus ojos sorprendida y con cara de ‘cómo-usted-sabe’ dice “vivo en Italia”.

De repente sucede lo que llamamos ‘el efecto Kleenex’, luego de una palabra de conocimiento vienen otras más a complementar la primera. Así como las cajas de Kleenex que sacas uno y detrás viene el otro. “Veo una imagen de que ella tiene problemas con uno de sus hijo”…pero hemos aprendido a no ‘escupirle profecías en la cara a la gente’. Le pregunto “¿Usted tiene hijos?” Ella responde: “Tengo 5 hijos”. Seguimos orando “Señor…bendice a Clara a su familia, a sus hijos”.

Irwin le dice al oído algo que el Señor le estaba revelando sobre el problema con su hijo y ella primero se sonrie, luego, ya no aguantando más las lágrimas se echa a llorar. Dios está tocando fibras profundas de su corazón, le está mostrando Su misericordia y cuán pendiente está de sus problemas.

Irwin da un paso más atrevido y ahora es el momento para pedirle permiso para tocar su espalda y ser canales de sanación para su problema cervical. Irwin le pregunta y ella accede. Antes de continuar orando Irwin le hace otra pregunta: “¿En este momento tiene dolor?”. Ella responde que no, pero que en ocasiones le duele tanto que no puede ni mover el cuello. Yo me quedo en mi asiento. Ella se echa un poco hacia adelante, Irwin le toca la espalda y yo digo: “En el Nombre del Señor Jesús le ordenamos a la vértebra cervical moverse y a los nervios restaurarse”. Irwin le pregunta: “¿Siente algo?” y ella dice que cuando dí la orden de fe a su cuerpo sintió como un jalón dentro de su vértebra. Le explicamos que esto podía ser un signo de la sanación que Dios estaba haciendo, pero que ella tenía que confirmarlo con el médico. Ella dice: “Dios sabe cuanto necesito ser sanada de este problema”.

En ese momento Dios pone estas palabras en mi corazón para ella: “Clara, el perdón de Dios es muy amplio y real. Dios te ama y sabes que Él nunca te ha abandonado, en momentos haz sentido como te ha salvado de cosas graves, te ha sacado de debajo del camión y a pesar de las vueltas que haz dado en la vida Él sabe que en el fondo de tu corazón siempre haz querido serle fiel. Ahora notarás cuán cerca está de ti. En estas semanas notarás la poderosa mano de Dios, Su bendición y Su Amor”. Los tres para este momento teníamos los ojos llenos de lágrimas y el corazón hinchado por el Amor de Dios inundando el avión. En ese momento los tres hicimos silencio. Un silencio para ‘chupar’ la Presencia de Dios allí. Clara nos dio las gracias. Se puso unos lentes oscuros, no podíamos evitar el ver que de vez en cuando se limpiaba las lágrimas, ella en silencio seguía recibiendo de Dios.

Le doy gracias al Señor por la oportunidad que nos dio a Irwin y a mi de comprobar que el Reino de Dios también está en los aviones. De que su Poder no tiene límites. Gracias a Dios que Él conoce todo de nosotros y aún así nos ama. Nada le detiene. No hay límites para Su Amor y además el quiere sanar hasta en los aviones. Es más el quiere sanar en nuestros lugares de trabajo, lugares de estudio, familias. Hay que estar atentos a los deseos del Espíritu Santo para no perder oportunidades como esta y ver al Reino de Dios actuando.

Algunos pensarán al leer esto: “Cuanto me gustaría sentarme en un avión al lado de personas que escuchen a Dios para que oren por mí y me bendigan en Su Nombre”…PERO también podrías verlo desde otra perspectiva, la perspectiva de Dios que te dice: “Te voy a sentar allí para que seas una bendición para el que esté cerca tuyo…ve en mi Nombre”.

¡Ánimo! Dios te ha puesto allí para que lo representes…en ese trabajo, en esa familia, en esa escuela, en esa vida que tienes…Ve en Su Nombre.

¿Alguna vez haz sentido acercarte a orar por alguien en un lugar público fuera del contexto de la Iglesia? ¿Qué haz hecho? Deja tus comentarios más abajo y si quieres comparte este testimonio con tus familiares y/o amigos.