Un día como hoy murió el P. Emiliano Tardif, uno de mis mentores en cuanto a los carismas Sanadores del Espíritu Santo. La primera vez que conversé con el P. Emiliano fue porque alguien descubrió que el Espíritu Santo me estaba regalando el carisma de Palabra de conocimiento.
Estabamos en una capilla en un barrio de Santo Domingo, yo formaba parte de un ministerio de evangelización de jóvenes de la Renovación Carismática, en aquel entonces creo tenía 19 años de edad. En medio de un momento de oración, yo veía en mi mente una rodilla. A mi lado estaba John Fleury, el único adulto del ministerio de evangelización pues el era nuestro asesor. Le dije: «John, veo una rodilla. ¿No sé qué significa?» El me responde: «Di en voz alta: «El Señor está sanando la rodilla de una persona aquí. ¿Quién es? Yo dije: «Yooooooooo, decir esooo. Nooo me atrevo». El sin decirme nada más se puso de pie, pues estabamos sentados orando y dijo lo que yo no me atrevía decir. Se puso de pie una señora y confirmó diciéndo: «Yo comencé a sentir durante la oración algo distinto en mi rodilla mala, ahora no tengo molestia ni dolor». John se voltea hacía mi y me dice: «¡Ves que es verdad!» y luego me dijo: «Yo dije la Palabra de conocimiento que Dios te mostró a ti, pero yo no voy a estar diciendo siempre lo que te toca decir a ti». (Gracias John, you too have been a mentor for me in many ways).
John tenía acceso al P. Emiliano y me hizo una cita con él, para que el P. Emiliano me ayudara a abrirme a los carismas del Espíritu Santo. El día de aquella reunión fui con una lista de preguntas. El P. Emiliano se reía mucho de mis preguntas. La verdad es que al padre le encantaba reirse, no sé si reía de cómo yo le preguntaba lo que le preguntaba o se reía de lo tonto que era y sigo siendo en ocasiones para captar lo obvio que Dios me está poniendo al frente. Una de las cosas que le daba risa al P. Emiliano de lo que yo le decía en aquella reunión es que le dije: «Dios no me puede dar a mí esos carismas, así como los que usted tiene, de describir lo que otra persona tiene, pues como Dios le va a dar esos detalles a un muchacho como yo que ni siquiera sé lo que quiero hacer con mi vida». Cuanto se reía. Yo le decía: «Además padre, mire a mi eso del sacerdocio y la santidad todavía lo veo como complicado ¿Esos carismas no son dizque para los curas o los santos?» Se reía a carcajadas. Me dijo: «Los carismas, el Espíritu Santo se los regala a quien El quiera. Sea joven o adulto. Sea Laico o sacerdote. Sea alguien que sepa que hacer con su vida o que esté averiguándolo todavía. Nos son exclusivos de los santos, nos llevan a serlo. No digas que eres simplemente un muchacho. Si Dios te está llamando a la Evangelización con Poder en el Espíritu Santo, te lo está mostrando con estos carismas. Obedécele y hazle caso.» (Ay padre Emiliano, ya no soy un muchacho,ya tengo clarísimo lo que es mi vida, pero le sigo haciendo caso, cuantas bendiciones he visto y experimentado por hacerle caso, persecuciones también).
Cuando me iba de aquella reunión, el P. Emiliano me pidió mi número de teléfono, lo anotó en su libretica, que siempre tenía en uno de los bolsillos de su camisa. Cuando nos despedíamos con una sonrisa me dijo: «Tu te miras mucho a ti, en esto de la Vida en el Espíritu tienes que mirarlo y hacerle caso a Él. Lánzate!!!» Nunca imaginé que me pidió mi número para luego inivtarme a evangelizar con él y orar con él por los enfermos. Pero ya eso te lo cuento en otro momento.
Cuanto aprendí de este sacerdote. Cuanto me ayudó. Cuanto extraño conversar con él. Cuanta falta hacen en la Iglesia mentores que te inspiren y animen a la Vida Carismática centrada en Él y no en nuestras carencias o en nuestros méritos.
Hay días que he tenido que reírme de mí como el P. Emiliano se reía de mí en aquella primera reunión que tuve con él. Hay días que he llorado por no tenerle cerca. «Miguel Horacio, házme de esas preguntas que me dan risa».
Termino este escrito, con gozo y agradecimiento a Dios, por haberme permitido conocer en una etapa crucial de mi vida a una persona tan «sobrenaturalmente natural» y que fuera para mí un modelo de vida carismática. De apertura real a los carismas del Reino de Dios. Que no es ser carismático simplemente decir palabras para que la gente llore o ría. Carismas que manifiestan el Poder del Cielo en la tierra. Lo he visto, lo estoy viviendo. ¡Gracias Dios por el P. Emiliano!