fbpx

Este sábado, como muchos, otros estuve junto a mis hermanos, en el ministerio de sanación de Jesús orando por los que sufren. Fue una mañana preciosa viendo al Señor bendecir a todo el que llegaba con corazón abierto a recibir de Su Amoroso Poder.

Al final, mientras evaluábamos las sesiones de oración, estuvimos de acuerdo de que dando, nosotros recibimos muchas bendiciones. Al terminar nos despedimos y cada cuál a su casa.

En mi casa había dejado a mi hijo mayor, con una infección de garganta y oídos. Habíamos estado toda la semana orando por él, ya le habíamos llevado al médico dos veces y administrándole las medicinas recetadas. Orar por otros y ver al Señor actuar con Poder, fue como un oasis para mí, después de toda una semana orando por mi hijo sin ver resultados.

Cuando llegué a la casa, saludé a mi esposa y a mi hijo menor. Cuando me acerco a mi hijo mayor, el que tenía la infección, le doy un beso y el se echó a llorar y con lágrimas en sus ojos me dice: “Papá cuando se me va a quitar este dolor. Trago y me duele. No puedo casi comer. Me duele mucho. ¿Hasta cuando voy a estar así?” Mi corazón se hizo pedazos. Me senté en un sillón y lo puse sobre mi. Oré por él. Lloré con él. Creo que es la primera vez que me vio llorar por él. El con sus manitas, limpiaba mis lágrimas.

– ¿Por qué lloras papá?
– Lloro porque tu dolor me duele a mi también. Pero a mi me duele en el corazón.
– Ya papi…no llores (me dice, mientras me abrazaba) el dolor ya se hizo chiquito.

Les escribo esto por varias razones:

1era razón: Mi esposa y yo descubrimos la primera vez que nuestro hijo se enfermó, que Dios no quiere que sus hijos se enfermen. Por ello Jesús, que vino a hacer totalmente la voluntad del Padre, se pasó tanto tiempo sanando personas enfermas. Si nosotros sentíamos dolor, si nosotros queríamos que la enfermedad se pasase a nosotros y no a él. ¡Cuanto más Dios! Es más precisamente eso fue lo que hizo. Cargó la cruz y llevó sobre sí nuestras enfermedades y dolencias para que nosotros seamos sanos.

2da razón por lo que escribo esto es: Muchas personas mal creen o mal piensan que en mi vida no hay dolor y que todas mis oraciones son respondidas. Pues ya ven que no es así. Sí bien es cierto que en el ministerio cada vez vemos más y más sanaciones y hasta lo que consideramos milagros, pero no siempre ´recibo lo que pido’. Esto es parte del misterio del ministerio de sanación. Esto también nos ayuda a mi esposa y a mi a depender de otros. En este caso específico fue una hermana de nuestra comunidad quien es odonto-pediatra quien nos sirvió de instrumento de Dios con el diagnóstico y las medicinas exactas para ayudar a nuestro hijo.

3era razón por la que escribo esto: Cuando mi esposa y yo orábamos por nuestro hijo en momentos pico de dolor, mi hijo luego testificaba que el dolor disminuía. (como en el que traté de describir más arriba). Hay ocasiones que nuestra oración no cura la enfermedad, pero sí quita o disminuye los síntomas. El tener experiencias negativas en el ministerio de sanación no puede, ni debe paralizarnos a orar por los demás. Tenemos que perseverar. El ministerio de sanación no sólo es un misterio de fe, también es una guerra y toda guerra tiene un sin número de batallas. Unas batallas se pierden y otras se ganan.

NOTA FINAL: Mi hijo está en recuperación. Ya no tiene dolor y gracias a Dios, a nuestra hermana de comunidad pediatra es el niño feliz que estamos acostumbrados a ver. ¡Dios es Bueno!

Recuerda que sí quieres puedes compartir este artículo cuantas veces quieras y con quien quieras.