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En estos días estoy hablando más de lo común con mi obispo. Aunque hablamos regularmente, el próximo fin de semana viajaremos juntos a predicar y esto ha hecho que nos comuniquemos con más frecuencia para coordinar detalles. Hoy entre otras cosas le comentaba que anoche estuve predicando en mi comunidad de la oposición que hay entre la fe y el miedo.

Mucha gente no sabe que lo contrario a la fe no es la duda, sino el miedo. El miedo es fe en el reino contrario. La fe es creerle al Rey Jesús. Al final de la prédica muchos hermanos de mi comunidad me agradecian pues oramos para que el Señor nos sanara de falsos miedos que a veces abundan de por ejemplo: imponer las manos sobre los enfermos, de compartir palabras de conocimiento o una profecía, etc… me impactó mucho que una de las agradecidas me comentaba cómo en una ocasión le corrigieron tan fuertemente por un error de principiantes que le hirió a no atreverse más a abrirse a los carismas y orar por los demás.

Yo agradezco tanto a Dios que me permitió crecer entre ‘ancianos en la fe’ que me permitieron fallar, crearon para mi un ambiente de fe en Dios en el cual si yo fallaba no me hacían un escándalo por ello. Me corregían con cariño y en privado. Cuando le comenté esto a mi obispo el me decía algo que nunca había escuchado y por ello le puse este título a este artículo, me decía que hay que antes de corregir hay que ‘discernir la corrección’.

Me comentaba mi pastor que hay signos bien claros de una mala corrección cuando esta en vez de rectificar y ayudar, lo que hace es acusar y llenar de miedo a quien la recibe. Una buena corrección te anima a seguir abriéndote al Señor y a dar pasos en fe sin miedo. Otro signo de una mala corrección es que ciertos servidores sólo se acercan puntualizar lo malo y nunca señalan lo bueno. Es decir, nunca reconocen cuando el otro hace algo bien, aunque el bien sea para la Gloria de Dios, se puede reconocer a quien lo hizo bien.

Quise compartir con ustedes este breve escrito para los que servimos dirigiendo analicemos cómo corregimos y para que los que hemos sido en algún momento bien corregidos agradezcamos a Dios poner cerca nuestro a personas de Dios. También oro por los heridos después de malas correcciones para que Dios te llene de Su amor y te atrevas en Su Nombre a seguir fallando pues es la única manera en se ‘aprende a caminar sobre el agua’. Lánzate y Él te salvará.

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